Alegría, qué bonita palabra.
¿Sabíais que los esquimales tienen como regla sonreir, jugar como niños, precisamente por lo dura que es su vida? (Los esquimales tradicionales, no sé si esto hoy en día sigue en pie. Más bien creo que no lo hacen... tienen una vida más fácil pero el índice de suicidios se ha disparado).
Algo parecido sucede en Etiopía: la vida es muy complicada, por el hambre, las guerras tribales... Pero la fiesta es algo que no se pierde.
Podemos reflexionar en torno a esto. A veces pensamos en la alegría como algo que se tiene o no se tiene, y punto. Pero no está mal de vez en cuando considerar que podemos hacer algo por incrementarla.
Es una forma de solidaridad. Tiene una parte de emoción, y sabemos que las emociones se contagian. Así que vale la pena por incrementarla en la vida diaria, de forma que se expanda en círculos concéntricos.
Probablemente esta sea la razón por la que los niños son el mejor regalo a la humanidad. Ríen con más frecuencia y autenticidad que los adultos, y así mejoran el mundo. Igual que la belleza, los niños hacen más habitable la vida.
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