Máscaras.... cada vez más caras.
Cada vez sabemos menos quiénes somos. Yo no sé cuál es el orígen del carnaval, pero entiendo esa necesidad de cambiar de rol de vez en cuando. Sólo que hoy en día, cuando separamos continuamente rol de limitación ¿qué sentido tiene el carnaval?
En realidad, es como si lleváramos una máscara continuamente, aunque no todo el mundo. Es un poco enredoso: queremos ser menos limitados por condicionamientos externos, pero es como si nos los autoimpusiéramos cada vez más. Y eso, se da unido al hecho de que cada vez somos más individualistas, con lo que la apariencia debería importar menos.
En fin: menos mal que existen los niños que nos devuelven a una vida más sencilla.
¡Ellos disfrutan el carnaval como una fiesta, no como necesidad!
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